Si hubo alguien en la historia de la fotografía de moda capaz de retratar la belleza de lo simple y de lo natural, ese fue Peter Lindbergh, quien deja un gran legado y fallece hace dos días a los 74 años.
Marcó sin duda una época y un estilo, blanco y negro, movimiento…pero sobre todo limpieza y naturalidad, alejándose de lo artificial. Trabajó como escaparatista y estudio arte en Berlín, hasta que en los 70 llegó una cámara a sus manos, a partir de ahí y desde que se muda a París, el mundo de la moda conocería a uno de sus fotógrafos más icónicos hasta hoy.
Entre sus grandes trabajos destaca sin duda, la portada del Vogue británico de 1990 en la que retrata por primera vez a las que serán las top model de esos años (Cindy Crawford, Naomi Campbell, Linda Evangelista entre ellas).
Por su objetivo han pasado tanto una lista infinita de personalidades del mundo de la moda y cine (Antonio Banderas, Penélope Cruz, Uma Thurman…) como campañas para grandes marcas, icónicas portadas Vogue, y tres ediciones del calendario Pirelli. Todo ello con la especial característica de no retocar nada, para Lindbergh “las mujeres siempre son más importantes que la ropa” y “los fotógrafos actuales tienen la responsabilidad de liberar a las mujeres, y a largo plazo, a todo el mundo, del terror de la juventud y la perfección”, según escribió en su libro Images of Women (2015).
No se deshizo de la cámara hasta sus últimos momentos, dejándonos disfrutar de la forma en que retrató a Rosalia para Vogue España y de la última portada de septiembre del Vogue británico, que gira entorno a mujeres que luchan por cambiar el mundo.
Sin duda, una de las virtudes de un gran fotógrafo es hacernos ver las cosas del otro modo y Peter Lindberg lo ha conseguido en todos y cada uno de sus disparos, dejándonos ver la belleza de lo simple. ¡Gracias Peter!